Este es un blog sobre Poesía y Artes Plásticas. Quería crear un espacio en el que hablar de Poesía, de libros y poetas que me resultan interesantes y al mismo tiempo, utilizar las posibilidades que ofrece internet para mostrar parte de mi obra plástica. Así que aquí va... una de cal y otra de arena!

This is a blog about Poetry and Art. I wanted to create a space to talk about Poetry, books and poets that I find interesting and at the same time, using the possibilities offered by the internet to show some of my art work. So here goes!



El bellísimo texto de Luz Pichel en la presentación de Árbol.

Luz Pichel, con toda esa generosidad que la honra, nos regaló -a mí especialmente y a este arbolito- sus palabras en la presentación en la Biblioteca Manuel Alvar. No pude más que pedirle el texto, tan bello, tan ella, que escribió para acompañarnos, por lo hermoso y profundo de su leer los anillos de este árbol-árbola, y así poder compartirlo con vosotr@s, lector@s, amig@s. Aquí lo dejo, bajo estas líneas.

Luz Pichel en la presentación de Árbol.

















ÁRBOL ES ÁRBOLA


Árbol, dice la portada. No dice el árbol, un árbol, los árboles  ¿Hay “árbol” aquí, árbol modelo, árbol esencia, abstracción, idea? ¿Es abarcable árbol si tú que lo abrazas,  bien, eres poeta pero no eres pino, cedro, roble, leñadora o abejaruco? ¿Cuánto sabe de un árbol otro árbol, un maderero, un ave? ¿Y si fueras árbola?  Quizás si fueras árbola.

A lo mejor había que haber empezado por otra pregunta: ¿Se pretende abarcar  “árbol” o cobijarse ese día en que eres purita tiritera ? Este libro ¿quiere estudiar “árbol”? ¿Quiere retratar “árbol”?  Vengo de decir libro y quería decir autora. Digo autora y podría haber dicho lente, lenta, cámara, cámara lenta, objetivo. Y objetivo también es lo que se busca y ¿qué se busca? ¿un poquito de sombra? ¿dejarse caer un rato, ser lentamente hoja? ¿La luz hace a la tarde o la tarde a la luz o la palabra las hace a las dos o? Ah, no, es el pincel. Qué digo, es la cá-. No no, la cámara no, es el ojo. Ay, no, la mirá- . Bueno, lo dejo  pero ¿Quién hace aquí? ¿Quién es el sujeto? ¿Quién sujeta algo? ¿y ese algo? ¿O es que nada se sujeta porque todo cae? Cae el día pero ¿por qué? ¿Por qué siempre la tarde, la tardecita, a tardiña?  También cae el amanecer, ¿o no? ¿asciende el amanecer? ¿Por qué más  invierno y más otoño?

Hay un libro que nos deja el cuerpo lleno de preguntas y todas son bonitas, maravilla de regalo, las preguntas. Que un libro te haga sentir tumbada en la tierra,  que te haga sentir pedacito de algo, cosa menor. Una pregunta más: ¿desde dónde leerlo?, el ojo de la que lee ¿no es también una lente?, ¿elijo un contraluz?, ¿dónde me pongo?

Leo Árbol como un juego de representaciones. No como un juego de espejos no, no exactamente, porque esto no es copia exacta y los espejos copian igualito, casi siempre. Un cruce, un tejido. Un nudo remite a otro nudo. Sombra como descanso. Sombras como lado oscuro. Atardecer, puesta de sol, luscofusco como confusión, como entredós. cabello como copa, nido como casa, tierra como sostén, cielo como aspiración; la claridad de la palabra y las vidrieras del enramado, de lo enramado. La libélula, los velos, la luz. O lo que es aire y golpea los velos y la luz y las libélulas. ¿Hay gravedad? Algo sostiene todo esto.

Ahora tú eres yo, ahora yo soy tú. Hay significados, muchos. No están quietos, se trasladan. Ejemplo (perdón): ¿la levedad pertenece a la hoja o a la libélula? ¿Seguro que no pertenece a ninguna otra cosa viva o seca, persona o vegetal?  Entramado. Como el mimbre con el que esa señora hace un cesto o el hilo de la que está tejiendo el chal. Digo cesto y digo chal como podría decir ..., pero cesto y chal toman algo de árbol, de árbola, mejor. Hay algo vegetal ahí y algo femenino. La cestera y la tejedora son árbolas.

Las árbolas tienen manos y brazos y pueden tejer pintar escribir o amarse como hacen las ramas de la copa de un árbol.  Árbol es amor.  Eso es, Árbol es definición de amor. Pero no exactamente. Nada se define, nada se da por tan cierto.

La cámara representa la mirada. Creo que es así pero a su vez la mirada la orienta el cerebro que sugiere “corta aquí, selecciona esta luz, escribe en el centro de la página. Ahora abre las palabras como si abrazaran, ahora haz que se muevan como con el viento, ahora haz que parezcan un pincel o un pino, ahora haz que el árbol te muestre a la árbola”.

¿He dicho que a la mirada la orienta el cerebro? ¿De verdad?  Lo sabía ¿ves? Te pasas años escuchando una frase y te la acabas apropiando. Lo hace el estómago, lo hace la piel lo hace la boca, la mano, y todo se lo atribuimos al cerebro, maldita sea.

Me siento incapaz de ordenar esto que estoy escribiendo, ¿cómo se ordena el cruce multiforme disforme natural de las ramas de un árbol?  Esther Muntañola no lo hace, las deja libres, en su aire.

Yo pensaba ordenar de la siguiente manera, a  b c d e, hasta cinco puntos: a) la palabra representa lo que la mirada ve; b) el árbol representa a la árbola o las árbolas que están debajo, a la sombra, cámara en mano; no) la árbola decide, representa todo lo demás  pero sobre todo al árbol a la vez que se deja representar por él; él) pero del árbol ¿qué se ve? ¿Qué se nos da? ¿Qué hora? ¿Qué estación?
Incapaz. Nada de eso explicaría “Árbol”. “Árbol” no se deja explicar, es demasiado hermoso. Bueno, no pasa nada, tampoco Esther Muntañola ha sido capaz de fotografíar un solo árbol entero y sin embargo hizo, construyó, tejió, creó Árbol y hasta creó bosque. Disfrútenlo y ya está.

Mejor voy a contaros dónde encontré a la árbola y quién es ella. En mi primera lengua al árbol le llamamos “a árbore” en femenino. Entonces yo me copié de mi lengua para nombrar  así a Esther, árbola.

Un día yo pasaba por allí y me encuentro a Esther Muntañola sentada debajo del cedro con un caballete un pincel una cámara un cuaderno. Una rama del cedro le alcanzaba el pelo, se le enredaba. Hablaba Esther muy despacio, no sé con quién, hacía ruiditos con el aire el cedro, caían hojas, se estaba  yendo la tarde y  la mujer y el árbol y los insectos y la poquita luz se confundían. Árbol y Árbola se observaron los nervios, los enveses, los reveses, se pensaron el uno a la otra, se estremecieron y salió un libro. 

 Árbol es árbola, la representa. Y árbola es árbol, lo representa. Pero no: las árbolas caminan, los árboles cuentan años.  Árbol tiene el tiempo y árbola tiene el espacio. Esa es una diferencia importante. En este libro el espacio también le pertenece al árbol. Bueno, un poco le pertenece: lo recorta, lo ilumina. ¿Lo ilumina?  Pero si es casi de noche, a tardiña. Lo dibuja, más bien. ¿Lo transforma, Esther? ¿la sombra de un árbol es una transformación del espacio?
El tiempo sostiene al árbol y sostiene la hora, la del día, los cambios en la rutina y en la luz, o en las rutinas de la luz. El tiempo sostiene los otoños y los inviernos. Hora y luz se cruzan, se dan la mano y usan ramitas y hojas para mostrarse.

 Luego, cuando seguí leyendo me di cuenta de que en realidad la árbola representa el deseo de ser, el deseo de que todo sea, de que todo tenga, contenga lo que ella ve en Árbol, todo ese amor. Árbol es AMOR.

Otro día me encuentro a Árbola trabajando, haciendo fotos, contemplando, imaginando, trasladando significados de un sitio a otro, tejiendo un chal: efímero significa hoja, significa la tarde, significa palito recubierto de liquen, significa.  Fruto es vientre mujer caída es nido es alimento. Hoja es cadencia, vibración, ritmo, es levedad, cámara lenta es cuerpecitos errantes viniéndose abajo.
Esta manera de tejer también es escritura. Así la tejedora pasa los hilos, el que hace los cestos, pasa varillas, el que.  Las letras no son árboles aunque los dibujen porque lo pintado no es el objeto.  Son gente, se secan, se llenan de agujeritos, caen y dejan paso a otras. El árbol no se ve entero, se ve un árb-  o un -ol  o una ram- o las hoj-  o las  -as, o el tron- o un recorte de un bos- o un -que. Somos un recor-te? El árbol no está completo. Las cosas no son completas, nada es completo, no existe la com-ple, la com-pli, la ¿complenitud? las cosas son a los pocos, las cerezas no son redondas, sólo un poco. Las nueces son un poquito cerebros, las castañas son algo corazones. En Árbol hay cachos de muchos árboles y todo es árbol igual.  El cielo a trozos, la luz a trizas, las copas a cuartos y a mitades, fragmento, pedazo de tronco, recorte de bosque, rama, ramita, aguja,  trazas de vida, fragilidad como fragilidades. La árbola, ya te digo: la árbola. La árbola no es que no esté completa es que está escondida, está en la sombra. Estar está, Esther, está, la árbola, pero pa un lado.

La encuentras si miras donde parece que no hay nada, por la grieta que queda entre cosa y cosa, entre pedazo y pedazo.  Si no fuera porque es la que lo hace todo, la que escribe, la que enfoca, la que dibuja, la que abraza, la que emborrona, la que pixela, la que aclara, la que descubre el nido, la que escucha la música, la que interpreta,  a veces parecería que es sólo un resto, una miajita. Y no, lo que pasa es que no se ve bien porque está oscuro ahí y a ella le gusta ese sitio. Pedacitos de árbol, de árbola, de lenguajes. Y sin embargo, y esto es lo bonito de ser contradicciones, está la fuerza, la resistencia al tiempo , el ser centenario del cedro, su hospitalidad. Al final sí que cuadran las piezas, la construcción:

Árbol hospeda el nido, acoge al bichito que vuela, escucha su música,  crea su propia música, protege a las criaturas, protege a nuestra Esther, nos protege, a veces cura, otras veces resiste, se dobla, habla, escribe extrañas frases en el aire, se rompe,  se entrega al viento y a la luz, tiembla, y después de muchos años muere.  Árbola es un pedazo de árbola. Estamos con ella celebrando su luz, su movimiento, su hospitalidad, su música, la palabra. De ahora en adelante, gracias a Esther Muntañola, todos nosotros sabremos cómo hablar con los árboles al pasar a su lado, y a lo mejor incluso intentamos imitar su lenguaje.  Nos has regalado todos los árboles del mundo, Esther. Gracias.

 Luz Pichel


               

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